Estos capítulos tratan sobre la creación de la
institución escolar y las batallas que libro para legitimarse ante la sociedad.
Desde la creación de roles específicos como la del maestro, el alumno, hasta la
selección de los saberes que debían ser enseñados dentro de la escuela. Estos
capítulos son críticos de los orígenes de la escuela, del rol docente y de los
saberes escolares, y nos brinda un panorama actual del conflicto entre las
nuevas formas de construir el conocimiento y el aún presente modelo de la
escuela moderna, fusionado muchas veces con nuevas tendencias pedagógicas;
también podemos ver que el proceso de estatalización de la educación, fue lento
y se utilizaron 3 técnicas para imponer este modelo.
En primera instancia, al surgir la institución escolar como alternativa para la educación de los niños, se tuvo que desprender a los niños del seno familiar y convertirlos en alumnos. Estos alumnos serían iniciados en la cultura escolar por maestros que debían competir con el rol de los padres en la educación que los niños recibían hasta entonces. La justificación era que los padres no tenían tiempo de educar a sus hijos en una sociedad cada vez más centrada en el trabajo, y más aún, no poseían los conocimientos para enseñar a sus hijos.
a medida
que el maestro asume su rol de educador pasa a ser el poseedor de saberes
incuestionables al punto de ejercer un poder absoluto sobre sus estudiantes,
sin embargo ese saber fue cuestionado desde las ciencias argumentando que el
saber que se enseñaba en las escuelas era propio de ellas y de nadie más.
De esta forma, el maestro, poseedor del conocimiento impartido en las escuelas, se legitimaba frente a los alumnos y se convertía al mismo tiempo en ese ser inalcanzable, representante de la civilización.
De esta forma la escuela adopta rasgos que van a ser distintivos: occidental, por la selección de los saberes; blanca, al desplazar a otras etnias; burguesa, al no aceptar otra clase; y sexista, predominando la idea machista.
Si bien todas estas características marcaron por mucho tiempo a la escuela una vez que hubo sido legitimada, desde hace varios años se comenzó a cuestionar a la escuela por parte de la familia. La escuela es tildada de anacrónica, déspota y rígida. Desde entonces la escuela ha tenido que tratar de legitimarse constantemente adaptándose a una sociedad que demanda cada vez más cosas de la escuela. A diferencia de sus inicios, la institución escolar ya está naturalizada en las sociedades, los padres ven en la escuela un camino para el progreso de sus hijos; lo que se cuestiona, sin embargo, es qué enseña, cómo y cuándo.
En el presente se demanda que la escuela se prepare para la singularidad, la pluralidad, la diversidad, y que abandone cualquier intención de homogeneización forzada a través de una cultura impuesta. Los diferentes sectores de una sociedad ya no reclaman que sus currículos o planes de estudios sean diferentes, quieren escuelas diferentes para que se enseñe su cultura particular.
A
principios del siglo XIX algunos estados de Europa y américa comienzan a tener
mayor presencia en la gestión de las escuelas, para ponerle fin al poder ideológico,
político y económico, que tenía la iglesia en esa época.
El estado
intento lograr esto de manera tal que puso a disposición de los maestros
enseñar a todos, pero debido a esta financiación, el estado tomo un poder
absoluto sobre la escuela, y los maestros tuvieron que obedecer a las
directivas emanadas desde el estado, tanto en contenidos como en metodologías.
La
contratación de docentes asalariados, la limitación al accionar de las iglesias
en el terreno escolar y la obligatoriedad escolar fueron las técnicas para
imponer el proceso de estatalización de la educación.
Las nuevas tecnologías (computadoras, televisión, etc) ponen en un predicamento al saber escolar, por cuestionar lo instituido en las escuelas. Los maestros reaccionan defendiendo el antiguo orden basado en saberes básicos y generales y resisten la embestida tecnológica defendiendo nostálgicamente el viejo orden letrado.
Hoy los maestros no ejercen su poder como lo hacían en otros tiempos. Actualmente, deben incluir parte de la cultura que el alumno trae desde “fuera” de la escuela y tratar de asimilarlo para enseñar aquello que propio de la institución. El maestro debe adaptarse a sus alumnos y no como antes a la inversa.
Este es el estado de crisis actual en el cual es difícil pronosticar quienes vencerán en la legitimación de los saberes que se enseñan, dónde, cómo y cuándo.
En estos capítulos, sin lugar a dudas, se plantea el origen, desarrollo y actual problemática de la institución educativa. Es interesante resaltar la crítica que realiza a la escuela moderna, sin por esto deslegitimar la necesidad de la educación pública.
Las nuevas tecnologías (computadoras, televisión, etc) ponen en un predicamento al saber escolar, por cuestionar lo instituido en las escuelas. Los maestros reaccionan defendiendo el antiguo orden basado en saberes básicos y generales y resisten la embestida tecnológica defendiendo nostálgicamente el viejo orden letrado.
Hoy los maestros no ejercen su poder como lo hacían en otros tiempos. Actualmente, deben incluir parte de la cultura que el alumno trae desde “fuera” de la escuela y tratar de asimilarlo para enseñar aquello que propio de la institución. El maestro debe adaptarse a sus alumnos y no como antes a la inversa.
Este es el estado de crisis actual en el cual es difícil pronosticar quienes vencerán en la legitimación de los saberes que se enseñan, dónde, cómo y cuándo.
En estos capítulos, sin lugar a dudas, se plantea el origen, desarrollo y actual problemática de la institución educativa. Es interesante resaltar la crítica que realiza a la escuela moderna, sin por esto deslegitimar la necesidad de la educación pública.
La
pretensión de la pedagogía moderna es que en cada escuela se siga el mismo
orden y procedimiento en todos los ejercicios.
¿Cómo
atender a la singularidad, a la pluralidad, sin caer en divisiones sociales que
profundicen las brechas entre sectores de la población? Es muy interesante el
planteo de que el ritmo al que crecen las diferentes agencias alternativas de
producción de conocimiento cuestionan y parecen deslegitimar constantemente el
trabajo de la escuela. En mi opinión, la escuela no puede competir contra la
riqueza y variedad cultural que ofrecen estas nuevas agencias. A riesgo de ser
cuestionado, creo que la escuela pública debe reclamar ese protagonismo como
agente socializador, sin descuidar su función específica. Si ocurre una
segmentación en educación, en la cual cada cultura reclame su propia escuela,
se corre el riesgo de perder ese hilo conductor que nos incluye a todos como
parte de algo más grande, que bien podría ser el estado. Es necesario respetar
la diversidad cultural, pero es necesario también hacer hincapié en un encuadre
de valores universales, que atraviese a todos los ciudadanos sin distinción de
clase, raza, credo o etnia.
La
pretensión de la pedagogía moderna es que en cada escuela se siga el mismo
orden y procedimiento en todos los ejercicios.
IMAGENES DEBATE
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